Querido trabajador, señor marquero.
Le escribo pues ayer recibí su trabajo, el dibujo que mandé a enmarcar un mes atrás. Respetando su labor y su ritmo relajado, comprendí el tiempo que iba a llevarle, incluso acepté la suma de dinero que me pidió, pues valoro su capacidad.Ahora, bajo el efecto de una pastillita rosa, me encuentro calma. Pero ayer, al ver lo que hizo con mi dibujo, cómo maltrató la hoja, cómo no comprendió mi pedido y armó la obra al revés, la furia tomó el control.
Paso a describir entonces, los objetos que por su incapacidad de comprensión y acción, rompí, en un acto de odio contra usté. Una lámpara con pantalla roja, la manija de metal una puerta al dar el primer portazo y un vaso de vidrio de tamaño normal. Quisiera saber cuándo usté, podría acercarse hasta mi recinto, para facilitarme el remplazo de estos objetos.
Decirle además, que quemé su tarjeta personal, con todos sus números, en medio de la crisis psiquiátrica y que ahora no puedo ubicarlo. Por lo que agradecería su llamado.
Por último pedirle que rehaga su trabajo, ahora de manera responsable.
Sinceramente,
Cantobar.
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