Fui hasta ahí, no puedo no saludar. Es un segundo, nomás. Subir las escaleras y abrir la puerta. Ahí estoy. De repente,él, yo, tratando de remar algo inremable. El vínculo es de por sí raro, él nunca va a mostrarse realmente cómo es ante mi, y yo, estoy más contracturada que de costumbre.
Ahí en el mismo momento en que se me ocurre ese chiste desubicado, lo digo sin ningún tipo de filtro, por la verborragia incontrolable y en vez de colocar una excusa rápida, retirándome de la escena, continúo con ese chiste infame. En algún momento poco definido, me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Y lo miro y bajo la mirada, porque no me aguanto ese nivel de incomidad.
Hago uso entonces de la excusa mientras abro la puerta y escapo en cámara rápida.

Esto es, básicamente el arte de aclarar para oscurecer.

2 comentarios:

caféconcert dijo...

Sos un artista en todo sentido, Amigui.

(Estoy en cursi mode ¿y QUE?)

Morella dijo...

Más claro, echale agua.
Esas situaciones en las que la lengua puede más que las neuronas, tal cual.

Besotes